David García / @DavidGL97

Se han acabado las piedras, pero no las clásicas. Ni mucho menos. Estamos en abril, y toca afrontar una semana con tres carreras muy similares, aunque muy diferentes al mismo tiempo.

Es el turno de los ciclistas que disfrutan con los muros (sin terreno adoquinado, por supuesto) y que viven de sus arrancadas explosivas, es el momento del Tríptico de las Ardenas.

Amstel Gold Race: la primera toma de contacto

La carrera patrocinada por la famosa cerveza holandesa abre la trilogía con bastantes cambios en su recorrido. El Cauberg se subirá tres veces (igual que antaño), pero la última de ellas no será a falta de 2 km., sino que restarán unos 20 km. hasta la meta, situada en Valkenburg.

Los organizadores pretenden que la prueba no sea tan previsible, que pueda haber ataques previos a un último muro, ya que, tras la última ascensión al Cauberg, restarán dos ‘paredes’ más: El Geulhemmerberg y el Bemelerberg. Cotas más livianas, pero que pueden obligar a moverse antes a los hombres con menos explosividad con el fin de evitar una posible llegada al esprint.

Las tres victorias de Gilbert, la de Kwiatkowski vistiendo el arcoíris, los disparos al palo de Valverde, el lanzamiento de Valgren a Gasparotto o el triunfo de Kreuziger tras aguantar la ventaja sobre los ‘capos’ en el Cauberg son algunos de los recuerdos que nos ha dejado esta carrera en los últimos años, una cita que este año puede traer sorpresas.

Foto: Perfil de la Amstel Gold Race 2017 © Cronoescalada.com

Flecha Valona: el ‘Muro de Valverde’

La clásica que se disputa entre semana (el miércoles, para ser exactos) y que se resume, prácticamente, en la batalla del Muro de Huy o Muro de Valverde, ya que el murciano es el ciclista con más victorias en esta prueba.

A diferencia de la anterior, hablamos de una carrera previsible, quizá demasiado. Siguiendo la tónica de los últimos años, el recorrido permanece casi inalterable, así que volveremos a vivir una intensa subida a la mítica ‘pared’ belga. 1,3 km. al 9,3% de pendiente media y un 26% de desnivel máximo. Una auténtica brutalidad.

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Lo bonito de esta carrera no es sólo el Muro de Huy. Los kilómetros previos a éste son vitales, pues la colocación y la agilidad del corredor se convierten en dos factores fundamentales para encarar la última y decisiva ascensión. Lo angosto de la subida, además de la notable aglomeración de aficionados, hacen que las remontadas meteóricas sean casi utópicas.

Salvo que Henao, Gilbert o Dan Martin lo impidan, esta clásica tiene dueño: Alejandro Valverde.

Foto: Perfil de la Flecha Valona 2017

Lieja-Bastoña-Lieja: la más impredecible

Cuarto Monumento de la temporada y, en los últimos años, el más decepcionante de los cinco, probablemente junto a la Milán – San Remo (aunque vengamos de una gran edición). Y es que los muros acumulados en el tramo final de la prueba dificultan (de nuevo) las opciones de aquellos ciclistas que hayan intentado apelar a la épica con una ofensiva lejana.

La Doyenne (la ‘Decana’, en castellano) de este año vuelve a su recorrido ‘tradicional’, quitando la colina adoquinada de Rue Naniot y dejando una sola subida después del habitual paso por Saint-Nicolas: la cota de Ans.

De esta carrera, como aficionados al ciclismo, siempre debemos esperar mucho, pues es la más antigua de las carreras de un día. Como tal, merece, por lo menos, que aguardemos con ganas la llegada de los corredores a Lieja, que se vestirá de gala por 103ª vez en su historia.

Ocho vencedores distintos en las últimas ocho ediciones demuestran que esta carrera es impredecible.

Foto: Perfil de la Lieja-Bastoña-Lieja 2017

Así se presenta esta semana intensa de ciclismo, de la que cada año esperamos muchas cosas para cerrar las clásicas otro curso más (con el permiso de Lombardía). Domingo, miércoles y domingo. Apunten esos días en su agenda y disfruten del ciclismo.